
El gobierno de Donald Trump avanza en la construcción de un centro de detención de migrantes en los Everglades, un remoto humedal en Florida que ha sido apodado “El Alcatraz de los Caimanes”. La instalación, rodeada de pantanos y fauna salvaje, contará con cinco mil camas para migrantes detenidos bajo las nuevas políticas de deportación masiva. Según las autoridades, costará 245 dólares por cama al día, es decir, alrededor de 450 millones de dólares anuales, financiados con fondos de FEMA.
El proyecto ha sido duramente criticado por defensores de derechos humanos, ambientalistas y legisladores demócratas, quienes denuncian las condiciones inhumanas y el impacto en un ecosistema frágil. Organizaciones como Friends of the Everglades advierten sobre el riesgo ambiental, mientras activistas migrantes alertan sobre el calor extremo, los mosquitos y la dificultad para vigilar las condiciones del lugar. “Es una teatralización de la crueldad”, advirtió María Bilbao, vocera del Comité de Servicio de Amigos Americanos.
Mientras tanto, el Departamento de Seguridad Nacional y el estado de Florida respaldan el centro, asegurando que es esencial para reforzar el sistema migratorio y apoyar al ICE. De acuerdo con la secretaria del DHS, Kristi Noem, el sitio será financiado como parte de un “esfuerzo innovador y rentable” para acelerar las deportaciones. Las órdenes ejecutivas de Ron DeSantis han permitido sortear regulaciones y acelerar la obra en terrenos que grupos indígenas consideran sagrados. Para críticos, este complejo no es solo una prisión, sino un símbolo de la política migratoria más dura que haya visto Estados Unidos en años recientes.