
Alejados del ambiente gris y de velorio que priva en el Senado, los diputados de Morena prefirieron armar una fiesta política en San Lázaro para refrendar su respaldo a Claudia Sheinbaum Pardo tras su primer año de gobierno.
El Salón Verde se quedó chico ante la multitud guinda y sus aliados del PVEM y PT, que entre cifras, consignas y hasta frases “patrióticas” aprovecharon para replicar el guion de Palacio Nacional: 19 reformas constitucionales y más de 40 leyes secundarias que, según ellos, han devuelto el espíritu progresista de la república.
El vocero morenista, Arturo Ávila, llevó la voz cantante y entre vítores aseguró que la oposición no tiene cómo dividirlos: “Estamos más unidos que nunca”, lanzó, antes de elevar el tono con elogios casi épicos a la presidenta: “Una gran mujer, luchadora, científica, madre y abuela… la mejor presidenta de México y el mundo”.
Los aliados hicieron lo suyo. El petista Reginaldo Sandoval presumió que Sheinbaum goza de 78% de aprobación, “seis puntos arriba de Andrés Manuel”, mientras el verde Carlos Puente defendió que “ya hay abasto de medicamentos” gracias al valor de la mandataria.
El evento, que duró 40 minutos, se convirtió en un ejercicio de unidad escenificada, aunque entre líneas quedaron evidentes las ausencias y distancias dentro del propio bloque oficialista, como la del vicecoordinador Alfonso Ramírez Cuéllar, apenas mencionado de soslayo.
El contraste fue inevitable: mientras en Diputados sonaban aplausos y discursos de unidad, en el Senado el ánimo era otro. El morenismo vive divisiones silenciosas y Adán Augusto López, aislado en su escaño, prefirió distraerse con la derrota de su Barcelona frente al PSG.
Dos Cámaras, dos climas políticos: en una, el júbilo coreografiado de la 4T; en la otra, el peso de las fracturas y el desencanto.